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HAY PARTIDA

2011

 

 

 

Hay partida

 

 

Me gusta jugar. Sobre todo a juegos sin reglas, en los que puedes complacer tus deseos mediante la libertad y la imaginación. Pero si nos guiamos por el significado del diccionario, el concepto de juego no existe sin ninguna referencia o acuerdo previo respecto a unas normas. Entonces, el juego sin reglas ¿es realmente un juego?. Es curioso que el verbo derivado del sustantivo juego, el jugar, tenga una definición en absoluto parecida a la primera. Parece como si el ejercicio de jugar fuese totalmente libre, y ni mucho menos tuviese la finalidad de ganar o perder, si no la del puro placer: “JUEGO: Ejercicio recreativo sometido a reglas, y en el cual se gana o se pierde. JUGAR: Ejercitar alguna actividad física o espiritual, sin más finalidad que el placer que de ello se deriva.” Diccionario Ideológico de Julio Casares, Real Academia española.

 

Juego y jugar, ¿qué hacer con éstas palabras que no sea obedecerlas?. En éste enfrentamiento de significados he basado la serie de pinturas. Y para representar dicha contradicción teórica, creo que el tablero de juego es, tanto conceptual como plásticamente la imagen más rica. Por eso, las pinturas que componen éste proyecto son grandes superficies o tableros. 

 

Pues si -volviendo a las definiciones- un juego sin normas no es un juego, entonces, un tablero de juego sin instrucciones ¿qué es?. Quizás un planteamiento, una llamada a inventar nuevas normas para que ese ejercicio recreativo pueda realizarse. Pero, precisamente, ése acto de inventar con total libertad es la acción de jugar, con todo lo que su realización conlleva.

Como resultado, estas obras se encuentran a medio camino entre juego y jugar: Pues en su planteamiento inicial, tanto por su estructura como por el título, las pinturas son tableros de juego, tradicionales y reconocibles. Sin embargo, en ellas se observa que hay una partida incomprensible ya empezada, y no se sabe muy bien en qué estado o tiempo se encuentra. ¿Qué ha pasado ahí, o qué está pasando?. Posiblemente, el hecho de pintar el juego, implica directamente la propia acción de jugar. De esta manera ambas definiciones colisionan, dando lugar a una imagen de juego nuevo, inestable y encubierto. No hay instrucciones, pero sí hay partida.

 

En las pinturas resultantes, juego y jugar van creando entramados y movimientos, que, complementándose, se convierten en tableros sin instrucciones ni normas. Pero a pesar de todo ¿el espectador podría jugar en ellos?. Parece que, por su propia fuerza y complicación a la que han llegado, las imágenes niegan a éste el acto de jugar. Sin embargo, el espectador siempre ofrece nuevas preguntas y respuestas. Así, finalmente las obras juegan con quien las mira a un juego interminable y misterioso, que compone y descompone dicho paradigma.

 

 

Elisa Miravalles

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